jueves, 29 de junio de 2023

La influencia británica en las guerras carlistas

Las relaciones del País Vasco con Inglaterra en el siglo XIX

En el siglo XIX, España se enfrentó a una profunda crisis política, social, institucional y militar debido a los conflictos entre liberales y tradicionalistas, que estallaron tras la invasión napoleónica debido a las modernas ideas “revolucionarias” que con ella entraron en la Península. Las guerras carlistas reflejaron este conflicto, con la disputa sucesoria tras la muerte de Fernando VII en 1833. Estas guerras no resolvieron el conflicto ideológico entre liberales y tradicionalistas. Además, las insurrecciones carlistas continuaron durante todo el siglo XIX, encontrando mayor apoyo en el País Vasco y Navarra, e influyendo en el conjunto de España y sus relaciones con Inglaterra.

Contexto histórico del siglo XIX en España

El siglo XIX en España estuvo marcado por los conflictos ideológicos entre los liberales y los tradicionalistas, y la crisis general que ello conllevo en todos los aspectos de la sociedad. Esta crisis surge como consecuencia de la confluencia de tres acontecimientos traumáticos: la Revolución Francesa, la invasión napoleónica y la Guerra de Independencia. Estos hechos transformaron profundamente el panorama político, social y económico de España.

Influencia de la Revolución Francesa y la invasión napoleónica

La Revolución Francesa, que comenzó en 1789, tuvo un impacto significativo en toda Europa, incluyendo a España. Los ideales revolucionarios de igualdad, libertad y fraternidad se difundieron por toda la región, despertando un fuerte descontento en amplios sectores de la sociedad española y generando tensiones políticas.

La invasión de Napoleón en 1808 añadió más leña al fuego, ya que los franceses ocuparon España y establecieron un gobierno títere. Esto desencadenó un fuerte sentimiento de resistencia y patriotismo entre los españoles, y fue el inicio de la Guerra de Independencia.

Guerra de Independencia y militarización de la sociedad

La Guerra de Independencia marcó un antes y un después en la sociedad española. Este conflicto militarizó la sociedad, con la creación de milicias populares y guerrillas que luchaban contra el invasor francés. La resistencia mostrada por el pueblo español en esta guerra fortaleció el sentimiento nacional y fomentó un ferviente patriotismo.

La guerra también tuvo un impacto económico significativo. La paralización del comercio y la industria debido a la ocupación francesa provocó una grave crisis económica y agravó la situación ya precaria debido a la depresión económica europea. La guerra de Independencia dejó una profunda huella en la sociedad y en la historia de España durante el siglo XIX.

Crisis institucional entre liberales y tradicionalistas

Tras la Guerra de Independencia, España se vio sumida en una profunda crisis en todos los aspectos imaginables. Esta crisis de materializó de forma institucional en dos visiones contrapuestas del país, lo que dio lugar al surgimiento de los liberales, defensores del liberalismo ilustrado y partidarios de reformas políticas, y los tradicionalistas, que defendían la religión católica, la monarquía absolutista y el centralismo administrativo y político.

Estos conflictos ideológicos se intensificaron con la disputa por la sucesión al trono tras la muerte de Fernando VII en 1833, dando lugar a las guerras carlistas. Los liberales buscaban establecer un gobierno constitucional y parlamentario, y por su parte los tradicionalistas luchaban por mantener el antiguo régimen y el absolutismo.

Las guerras carlistas y su origen ideológico

Tras el fallecimiento de Fernando VII, se desencadenó una lucha por la sucesión al trono entre su hija Isabel y su hermano Carlos. Los carlistas, liderados por Carlos, sostenían el derecho al trono alegando la ley sálica y su oposición a las reformas liberales implementadas por su hermano. Mientras tanto, los liberales respaldaban a Isabel y defendían un régimen constitucional.

Los carlistas se caracterizaban por su firme defensa del tradicionalismo político y religioso. Rechazaban los cambios y las reformas liberales, abogando por una monarquía absolutista y la preservación del poder de la Iglesia. Atraídos por su mensaje conservador, encontraron apoyo en diversas regiones de España, especialmente en las Provincias Vascongadas y Navarra.

En contraposición, los liberales impulsaban un régimen constitucional que garantizara libertades individuales, derechos civiles y una mayor participación ciudadana en el sistema político. Consideraban esenciales las reformas políticas y criticaban las estructuras tradicionalistas y absolutistas del régimen anterior. Los enfrentamientos entre carlistas y liberales se intensificaron, desencadenando las múltiples guerras carlistas que marcaron el siglo XIX en España.

Desarrollo y duración de las guerras carlistas

Las guerras carlistas de 1833 a 1840 fueron el resultado de la lucha por el poder y las diferencias ideológicas entre liberales y tradicionalistas. Los carlistas, representantes del tradicionalismo político y religioso, se enfrentaron a los liberales que luchaban por un régimen constitucional. Durante este período, se produjeron numerosos enfrentamientos armados en diferentes partes de España.

Finalmente, en 1839, se firmó el Convenio de Vergara, que puso fin a las guerras carlistas. Este acuerdo estableció la rendición de las fuerzas carlistas y concedió amnistía a los prisioneros. Sin embargo, aunque las hostilidades cesaron, el conflicto ideológico entre liberales y tradicionalistas no se resolvió por completo.

Resurgimiento de las insurrecciones carlistas en el siglo XIX

A pesar del Convenio de Vergara, las insurrecciones y conflictos carlistas continuaron a lo largo del siglo XIX. Estos resurgimientos fueron en gran parte una reacción a los cambios políticos y sociales que se produjeron en España, particularmente en respuesta a la revolución de 1868. La tercera guerra carlista fue uno de los episodios más significativos de esta etapa, y se prolongó hasta 1876.

La tercera guerra carlista y su duración hasta 1876

La tercera guerra carlista fue un conflicto prolongado que duró desde 1872 hasta 1876. Durante este período, los carlistas buscaron hacer valer sus ideales tradicionalistas y recuperar el poder en España. La guerra se caracterizó por una serie de batallas y enfrentamientos armados en varias regiones del país.

La tercera guerra carlista finalmente llegó a su fin en 1876 con la derrota de las fuerzas carlistas y la consolidación del poder del gobierno constitucional. Este conflicto dejó una profunda huella en la historia de España y marcó el final de las guerras carlistas.

Apoyo y territorios carlistas durante las guerras

Las Provincias Vascongadas y Navarra desempeñaron un papel crucial en el conflicto carlista. Estas regiones tenían una fuerte identidad cultural y una marcada tradición foral que se mantenía vigente en su legislación. Este arraigo a las tradiciones y sus fuertes lazos con la religión católica favorecieron una mayor adhesión de las personas a la causa carlista.

  • En las Provincias Vascongadas, la resistencia al centralismo político y la defensa de sus derechos forales fueron motivos fundamentales para el apoyo a los carlistas. Sus instituciones autónomas y su capacidad para mantener cuerpos de voluntarios sin ser purgados permitieron que los carlistas encontraran un terreno propicio para consolidar su poder.

  • or su parte, Navarra, con su fuerte tradición carlista, se convirtió en un bastión carlista durante las guerras. La región se mostraba reacia a los cambios impuestos por los liberales y encontró en los carlistas una vía para preservar sus valores religiosos y políticos tradicionales.

Legislación foral y su influencia en el alzamiento carlista

La legislación foral, presente en las Provincias Vascongadas y Navarra, desempeñó un papel relevante en el alzamiento carlista. Estas leyes garantizaban derechos y privilegios a las regiones que las defendían, fortaleciendo así el apoyo a los carlistas. La preservación de las instituciones propias, como los fueros, fue un factor determinante para la adhesión de la población a la causa carlista en estas áreas.

  • La legislación foral permitió a las Provincias Vascongadas mantener sus cuerpos de voluntarios y conservar ciertas prerrogativas frente al poder central. Esto hizo posible que se convirtieran en un baluarte carlista sólido y resistente.

  • En el caso de Navarra, su estatus especial como Reino de Navarra dentro de la corona de España garantizó la continuidad de sus leyes y costumbres, generando un sentimiento de identidad y autogobierno que se vio reflejado en el respaldo a los carlistas.

La influencia británica en las guerras carlistas

Relaciones del País Vasco con Inglaterra durante el siglo XIX

Durante el siglo XIX, las relaciones del País Vasco con Inglaterra desempeñaron un papel significativo en el contexto de las guerras carlistas. Inglaterra, como potencia extranjera, mantuvo una influencia determinante en el desarrollo de estos conflictos internos en España. El País Vasco, con su rica tradición comercial y marítima, estableció estrechos lazos económicos y políticos con Inglaterra a lo largo del siglo XIX. La relación comercial entre ambos territorios se consolidó principalmente en el ámbito de la industria naval y la exportación de productos agrícolas, como el hierro y el vino, hacia Inglaterra. La presencia británica en el País Vasco se intensificó especialmente durante las guerras carlistas. Inglaterra, interesada en mantener una influencia favorable en la región, brindó apoyo económico y logístico a los carlistas, quienes encontraron en el tradicionalismo ideológico un terreno común con la monarquía británica y su defensa del absolutismo.

Papel de Inglaterra en el conflicto carlista y posibles intereses británicos

El papel de Inglaterra en el conflicto carlista fue complejo y multifacético. Por un lado, existían intereses políticos y económicos que vinculaban a la corona británica con los tradicionalistas carlistas. Se especula que Inglaterra buscaba conservar un equilibrio de poder en la península ibérica, favoreciendo a los carlistas como contrapunto a los liberales, cuyas ideas podrían amenazar sus propios intereses en Europa. Además, la posibilidad de resguardar territorios seguros en el País Vasco y su acceso a puertos estratégicos para las operaciones navales británicas en el Atlántico, también podría haber sido un factor de interés para Inglaterra. El control de estas rutas marítimas y la influencia en el comercio bilateral podrían haber sido impulsos para mantener una relación cercana con los carlistas.


Nota: Imagen enlazada desde la web de Wikipedia Commons



lunes, 5 de junio de 2023

Barcos de vapor: la revolución del Siglo XIX

Durante el último tercio del siglo XIX, los barcos de vapor eran una tecnología en pleno auge y transformaron la forma en que las personas y las mercancías se movían por el mundo. Estos modernos barcos eran una alternativa a los barcos de vela que requerían de los vientos para navegar, lo que les permitía viajar más rápidamente y con más seguridad en cualquier dirección. Además, los vapores podían transportar grandes cargamentos de forma más eficiente y eran mucho más fiables que los barcos de vela, ya que no dependían de la naturaleza para funcionar.

Durante este período, se construyeron barcos de vapor de diferentes tipos y tamaños para satisfacer las necesidades de todo tipo de transporte. Los vapor de pasajeros eran particularmente populares, ya que ofrecían un medio de transporte más rápido y cómodo que los veleros. También eran muy utilizados para transportar distintos tipos de mercancías, tanto por rutas fluviales como marítimas.

Uno de los aspectos más destacados de los barcos de vapor durante este período fue el desarrollo de los transatlánticos, grandes barcos de vapor diseñados para cruzar el Océano Atlántico de forma regular y eficiente. Estos barcos eran lujosos y cómodos y ofrecían un viaje impresionante y placentero. Muchos de ellos se han convertido en verdaderos iconos de la historia de los barcos, como el Titanic.

Los barcos de vapor también fueron fundamentales en la exploración y el descubrimiento de nuevos territorios. Muchos exploradores y científicos utilizaron estos barcos para acceder a áreas remotas del mundo, y en algunos casos, los barcos de vapor fueron la única forma de transporte posible para llegar a estas áreas.

En El Hombre del Rey los barcos de vapor aparecen al ser medio de transporte empleado de Esteban de Zubiaga y Norzagaray tanto para ir de Inglaterra al Bilbao, como después para hacer el viaje hasta Buenos Aires desde Santander.


Nota: la imagen ha sido enlazada desde la web de la Diputación Foral de Gipuzkoa